Pene: instrumento de la vagina

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En la vida sexual de la mujer, el pene no es algo que da el hombre, sino algo que es de la mujer.

La vida sexual de la mujer no se puede concebir sólo desde su vagina. Se mira la vagina y se tiene que ver un pene. Si así no se ve una vagina, la vagina no tiene ninguna función para la mujer.

La mujer es mujer porque tiene un hombre, no porque un hombre le da placer.

Son dos formas muy diferentes de ver la vida sexual.

Los hombres se han acostumbrado a ver la mujer como la que hay que darle un placer. El pene sólo sirve para eso. Una vez que se da placer a la mujer, el pene se usa para otra cosa: ya para otra mujer, ya para la masturbación, ya para el ano de un hombre, etc. Y, entonces, se concibe libre al pene, pero la vagina es la esclava de cualquier hombre.

Un pene es para una vagina. No hay un pene para dos vaginas. La mujer que tiene un pene, pero no sabe dominarlo, ese pene no es para ella, es para otra.

La mujer que no sabe dar un amor a un pene, sino que lo deja en sus placeres, ese pene no es para ella, sino para otra mujer.

La mujer debe poner un camino al pene. Entonces, el pene se convierte en instrumento de la vagina. Sin este camino, el hombre y su pene no sirven para la mujer.

El pene es de la mujer, no del hombre. Eso es lo que pide la vida sexual de toda mujer. En cambio, la vida sexual de todo hombre sólo pide placer. Y cualquier placer para su pene. El hombre no distingue placeres en su vida sexual. Quiere cualquier placer. La mujer distingue placeres y sólo quiere el pene que le dé el placer que ella busca en su vagina.

Entendida así la vida sexual de una mujer, entonces, el pene ya no es del hombre, sino de la mujer. Pertenece a la vida vaginal de esa mujer, no pertenece a la vida de placeres del hombre.

En el campo sexual, el hombre está sometido siempre a la mujer. La vagina es la que manda en este campo, el pene es el esclavo de la vagina.

Esta esclavitud sexual es por la vida sexual de ambos. Es lo que pide la vagina y lo que pide el pene.

El pene pide placer, la vagina pide amor. El pene busca cualquier placer, la vagina busca un placer en el pene. El pene se da a muchas vaginas, la vagina se da a un solo pene. Es la mujer la que elige el pene, no es el pene el que elige la vagina.

La vida sexual de una mujer comienza en su vagina. No comienza en su clítoris, o en sus pechos, o en su ano. La mujer siente en su vagina una vida distinta a su vida humana. Es la vida de su carne abierta a un hombre.

El hombre tiene su carne cerrada. Su sexo no tiene un orificio, como el de la mujer, para entrar por él. Su sexo es para dar, no para recibir. La mujer es la que recibe porque está abierta en su carne.

El orificio de la vagina es la puerta de la mujer. El encanto de la mujer es su vagina. Lo que conquista a un hombre es el orifico de la vagina, el poder pasar por ese orifico. Una mujer posee a un hombre porque le da su vagina.

La vida sexual de la mujer está abierta a algo distinto a la mujer. No está cerrada y, por tanto, lo que está cerrado no pide algo más, no pide ser abierto, no pide ser llenado.

El hombre vive lleno de semen para darlo. No va a la mujer para llenarse de semen, sino para quedarse vacío. El hombre se hace hombre en una mujer, no porque la penetra en la vagina, sino porque derrama su semen en su vagina. El quedarse vacío en los huevos eso hace al hombre ser hombre.

Pero la mujer no vive para dar, sino para recibir un amor. Ella no da un líquido vaginal al hombre. Ella no da un placer al hombre. Ella ofrece al hombre un camino para darle un amor. Y ofreciendo eso, la mujer recibe del hombre un amor.

La mujer que no ponga al hombre un camino para el placer, no tiene de ese hombre un amor. El hombre se queda en su placer, pero no ama a la mujer.

El pene es para una vagina, para aquella vagina que es camino al placer que busca el hombre. El pene puede estar en muchas vaginas, pero sólo le pertenece a aquella vagina que es camino para su placer.

La vagina puede tener muchos penes, pero sólo le sirve aquél que se hace esclavo de su vida vaginal. No todo hombre sirve a una mujer. Hay muchos hombres que sólo van a lo que van en la relación sexual: van a penetrar y a derramar. La mujer está con esos hombres, pero sabe que ninguno de ellos es su hombre.

La mujer necesita un hombre esclavo de su vagina, no un hombre que le dé placer a su vagina. Esto es la más difícil de encontrar para una mujer. Hay muchos penes que dan placer, pero son más lo que no se quieren esclavizar a la mujer.

El hombre debe estar sometido a una mujer si quiere realizarse como hombre en su vida sexual. Sin esta sumisión, el hombre irá de mujer en mujer, pero nunca aprenderá a usar su pene en ninguna de ella.

La mujer es la que enseña al hombre a moverse en su vagina. Un hombre que no quiera aprender el amor en una mujer, no sabe penetrarla, no sabe darle a esa mujer lo que pide su vagina.

La vida sexual de la mujer es distinta a la vida sexual del hombre. El hombre sabe vivir sin una mujer, porque sabe estar en muchas mujeres. Pero la mujer no sabe vivir sin un hombre, porque su vagina le pide un hombre.

La mujer ve al hombre como instrumento de su vagina. Pero el hombre ve a la mujer como objeto de su placer. El hombre usa a la mujer; la mujer ama al hombre. Ser instrumento no es ser objeto. El objeto es algo que se usa y, después, ya no se usa. El instrumento siempre se está usando, siempre sirve para algo, nunca se deja de usar.

El hombre usa la vagina y descansa cuando la usa. La mujer arropa el pene y no descansa cuando el pene hace su función en ella. Siempre quiere algo más del pene. Siempre busca una posición para encontrar ese placer que el pene no le da. La mujer siempre hace del pene su instrumento en la vida de su vagina. Un instrumento de amor, no un objeto de placer.

Una mujer que no sabe usar el pene para su amor vaginal, sólo conducirá el pene hacia el placer, pero no le pondrá un camino hacia el amor. Y ese hombre estará con muchas mujeres y en ninguna de ellas será hombre. Porque el hombre es hombre cuando hace de su sexo un lugar para el amor de la mujer. Cuando la penetra por el amor hacia la mujer. Cuando derrama en ella por amor a la mujer.

Cuando el hombre se acostumbra a estar con una mujer por el placer que siente su sexo, entonces, el hombre no vive su vida sexual, sino sólo una parte de su vida sexual. El hombre necesita el amor de una mujer para ser hombre. Y es tarea de la mujer dar ese amor al hombre a través de su vagina.